"Me gusta ser azotada. Que
me aten es excitante". Estas declaraciones hoy ya no impactan tanto como hace
algún tiempo pero la realidad a veces dista de las palabras dichas cuando se
profundiza en el tema y te das cuenta que aun es más excitante cuando te lo
hace una persona que tiene poder encima de ti y decide por ti los niveles de
sumisión que vas a tener.
Nos parece natural que el ser
humano intente evitar todos aquellos estímulos que le proporcionan malestar, y
entre ellos solemos pensar que el dolor es uno de los más importantes, ya que
normalmente lo asociamos al sufrimiento. Sin embargo, hay quien habla de
masoquismo de ‘baja intensidad': todos conocemos a alguien a quien le encanta
la comida tan picante que hace que se le duerma la lengua, todos tenemos algún
amigo que corre maratones agotadoras, y muchos nos hemos rascado alguna vez una
picadura de mosquito hasta levantarnos la piel o dejarla enrojecida. ¿Por qué?
Las relaciones entre placer y
dolor son más complejas de lo que podemos creer. En la comprensión de esta
relación extraordinaria una clave puede estar en las sustancias que produce el
cerebro cuando sentimos dolor. Se trata de las endorfinas, unos opiáceos
naturales de los que se sirve nuestro sistema nervioso para contrarrestar el
dolor y el miedo. Otro factor que se ha propuesto es el alivio que se siente
tras escapar o superar una situación desagradable, como sucede en las personas
que se autolesionan, generalmente para aliviar un sufrimiento psicológico. Pero
el caso del masoquismo es diferente, pues el dolor es percibido como placentero
en sí mismo, aunque hay quien ha planteado que el verdadero objetivo del
masoquismo se relaciona más con el poder y la sumisión que con el propio dolor.
Esperando... |
¿De qué depende la interpretación
del dolor?
La importancia del contexto ha
quedado claramente expuesta y ha demostrado que el cerebro se comporta de forma
distinta cuando un mismo dolor de intensidad moderada se compara con un dolor
‘peor' o con uno ‘mejor'. Las sumisas pueden interpretar ese dolor moderado
como placentero al compararlo con otro más intenso. A nivel cerebral se observó
una menor actividad en la ínsula y el cíngulo anterior, y una mayor activación
en el circuito de recompensa que incluye las cortezas pre frontal orbital y
ventro-medial.
En un interesante estudio
realizado por la Universidad de Dusseldorf se comparaba, entre otros, a un
grupo de personas con conductas masoquistas con un grupo de control que no
mostraba este tipo de comportamientos. Para empezar, encontraron que el grupo de
tendencia masoquista mostraba un umbral de dolor más elevado y valoraba la
estimulación láser que se les aplicaba como significativamente más agradable en
comparación con los controles. Y aún más interesante, utilizando la técnica de
magneto encefalografía observaron que, tras una primera estimulación táctil
indolora, la aplicación del láser ocasionaba una mayor amplitud en la respuesta
tardía del área somato sensorial primaria del cerebro. Los autores plantearon como una
explicación tentativa la posibilidad de que las personas con conductas
masoquistas sufran una alteración en la modulación del procesamiento de la
información somatosensorial. Así, estímulos como el dolor, que en la mayoría de
las personas aumentan la activación, serían percibidos como ‘normales' por
aquellos con comportamientos masoquistas.
El interés y la aceptación del
masoquismo y el sadismo han crecido en la sociedad, que incluso los ha retirado
del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Pero a nivel
científico aún queda mucho por saber sobre estas para filias. La psicología y
la neurociencia desean comprender y no juzgar al que disfruta sintiendo dolor.
Como se suele decir, "en la variedad está el gusto".
Estudiando bien los
diferentes comportamientos en general de las sumisas y sumisos, podemos encontrarnos con
sorpresas muy agradables cuando con un sentimiento de cariño desean ofrecerle a
su guía o Amo, al que le procesan un agudo amor especial, el dolor en su cuerpo que les produce ese placer en la demostración de su entrega, la cual bien administrada por el Amo llega a ser total sin esos limites que romperían la confianza de la pareja Sado/maso.
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