Para muchos, existen impedimentos, restricciones, que limitan
las posibilidades o la amplitud de poder compartir más tiempo, con su pareja
BDSM. El no poder atender plenamente, las necesidades que demanda nuestro
psique (alma), nuestro cuerpo, para satisfacer nuestras pasiones empapadas de
ansia, nos puede hacer entrar en un estado de frustración e impotencia, que en
ciertas ocasiones, concluye en dejar de lado nuestra correcta participación en
el fascinante universo del BDSM, convirtiéndonos en simples “amantes”.
El BDSM tiene una energía arrolladora, muy difícil de evitar
cuando estás dentro de su energía. Este sentir puede ser para algunos vivir la
plenitud de la vida, siempre que estemos de acuerdo con nosotros mismos en la
forma de llevarlo y no pretender emular a seres que según ellos son perfectos
pero que seguro su forma de llevarlo no es lo que nos proporciona esa plenitud.

Participar en encuentros mixtos proporciona un morbo
especial, no hay nada como invitar a un amigo sin advertirle lo que sucederá a
una fiesta con tu esclava.
La relación BDSM, ciber o real, es una práctica con
sentimientos válidos y que creen genuinamente en ese sentir, a pesar de las
limitaciones que se puedan presentar y aunque algunas veces puedas creer que
dejan un sabor amargo, la realidad es que solo el hecho de saberlas y poderlas
vivir es suficiente como para pasar de ser personaje de costumbres a ser un
participante en una carrera de sensaciones y sentimientos completamente
gratificante al principio y totalmente imprescindible cuando lo has disfrutado.
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