Golpear a su sumiso-a, es para la
gente amante del BDSM sólo una manera diferente de tocar, acariciar o estimular
a la persona, sea sumisa o en mi caso a janna, mi admirada esclava.
Azotar es una manera muy poderosa de tocar a una sumisa,
tanto física como psicológicamente. Con una paleta, una caña de rio, unas ramas
u otros instrumentos variopintos más o menos rígidos, se puede pegar con la
fuerza que uno desee, desde un leve toque a un golpe salvaje.
Con un látigo, hay una velocidad mínima para pegar, que es la
que permite que las colas se extiendan en el aire antes de golpear. Con azotes
de varias colas, hace falta algo más de velocidad para que las colas se
mantengan paralelas sin enredarse entre sí. Y cada látigo tiene un peso
diferente y necesita una fuerza de inercia distinta para sacarle el partido
deseado por el Amo. Como la fuerza del impacto depende del peso del instrumento
y de su velocidad cuando llega al lugar donde se desea azotar, hay una fuerza
mínima de impacto, diferente para cada látigo. Por eso un dominante suele tener
varios látigos distintos.
Una bonita forma de pedir castigo. |
Se pueden pasar las colas sobre la piel, acariciándola. También
es agradable pegar suavemente como en un masaje, otra forma sería hacer pasar
las colas cerca de la piel para que solo el aire la acaricie sin llegar a tocar
la piel de la esclava, eso si se ha de hacer enérgicamente para dar esa
sensación de susto tan agradable en su mirada y ver que el nervio de la sorpresa
actúa.
Desde luego otra buena opción sería golpear desde suavemente
hasta realmente fuerte y contundente, con la punta de las colas o con el largo de
las colas, como se quiera. Se puede pegar para producir ardor o un profundo
dolor siempre midiendo la forma y fuerza del azote ya que si no se va con cuidado
se podría cortar la piel. Si el látigo es delgado y pesado, azotar fuertemente
con él, puede cortar rápidamente la piel lastimándola y la verdad ese resultado
no me gusta a no ser que lo provoque adrede yo por el motivo que crea oportuno
y que seguro será excepcional.
En cuanto a la parte psicológica, estar atado, indefenso en
manos del dominante, viendo en su mano el látigo, el instrumento que te hará
sufrir, hace recordar a tu sumisa todas las escenas de azotes que vio en las
películas. Ella sabe que será castigada y bien castigada, o no...
Si la sesión se va a basar sólo en sensaciones, sentir las
colas del látigo rozando la piel, acariciando y golpeando alternativamente,
tocando y amenazando su cuerpo, sus partes más íntimas, será algo para
recordar. Y con un azote o un látigo, el hecho de saber que los golpes van a
doler, y que el dominante podría ser duro si lo deseara, le hará sentir más
profundamente el hecho de que está, en realidad, en sus manos, a su merced. Así
que el látigo puede ajustarse a todos los dominantes y sumisas, ya sea que
prefieran unas caricias, unas sensaciones rudas o un dolor real y mortificante.